
Inteligencia artificial para dar voz a enfermos de ELA
Pablo ha estudiado en Oxford gracias a una Beca Excelencia, ahora investiga si la IA puede ayudar a que personas con ELA puedan volver a comunicarse.
Para Pablo Ernesto Soëtard García (Madrid, 2000) la capacidad de comunicarse es tan necesaria que ha decidido dedicar su vida profesional a ello. Concretamente a ayudar a los que no son capaces de hacerlo por sí mismos. Pero no lo hace desde el lenguaje y la fonética, sino desde la neurociencia. El primer paso fue aprovechar la Beca Excelencia que le concedió Fundación Mutua Madrileña para realizar un máster en Matemáticas y Fundamentos de la Informática en la Universidad de Oxford. Ha vuelto a casa hace pocos meses y con los deberes perfectamente hechos, aunque sus maletas siempre están dispuestas a recorrer el mundo, porque lo que más le gusta a Pablo en esta vida es viajar. Por placer, por trabajo o por ambas, porque no desaprovecha ninguna oportunidad para aprender disfrutando.
Pablo estudió en la Universidad Autónoma de Madrid dos grados: Ingeniería Informática e Ingeniería de Tecnologías y Servicios de Telecomunicación: “Yo quería estudiar Matemáticas e Informática, pero me faltaron unas décimas; por eso estaba empeñado en hacer un máster en Matemáticas. Era buen ingeniero, pero peor investigador. Me faltaban conocimientos y formación de Matemáticas y de Inteligencia Artificial para poder llevar a cabo proyectos más robustos; y por eso me propuse realizar este máster”.
Le aceptaron de inmediato, pero necesitaba dinero para poder financiárselo: “Tenía bastantes ahorros porque desde primero de carrera he trabajado como ingeniero e investigador en lugares como CSIC o Google, pero me llegaban a duras penas. Así que, buscando becas, encontré la de la Fundación Mutua Madrileña que pedía ser hijo de mutualista con al menos 20 años de antigüedad. Yo ya era de la Mutua porque cuando compré mi primer coche mi padre me recomendó que lo asegurara en la Mutua. Pero no sabía si él cumplía con los requisitos. Afortunadamente los cumplía y la ayuda de la Fundación ha sido fundamental para mí. Lo agradezco mucho y creo que otras entidades deberían copiar esta iniciativa para que estudiar fuera estuviera al alcance de muchos y no solo de unos cuantos privilegiados. Tengo amigos que no han tenido mi suerte”.
Pablo ha exprimido Oxford y en los 12 meses ininterrumpidos de estudios que ha realizado en la prestigiosa universidad británica ha sacado todo el jugo posible. El camino, sin embargo, ha sido duro: “Podría decir que he crecido mucho en Oxford, pero no gracias a Oxford. Es una universidad que te tira a la piscina para que aprendas a nadar o te ahogues. Supongo que lo hacen para que seamos autosuficientes. Y lo consiguen. Lo mejor, al menos para mí, es la libertad que te dan para elegir asignaturas. Te obligan a aprobar al menos cinco asignaturas, pero yo me atreví con nueve para poder tocar todos los palos, explorar y descartar lo que menos me gusta y creo que lo hice bien porque al menos he aprendido a discernir entre lo que me interesa y lo que no”.
De momento voy a seguir moviéndome por el mundo para poder afrontar los desafíos que vienen, siempre con el objetivo de mejorar la vida de las personas mediante la ciencia y la innovación
Y vaya si lo tiene claro Pablo, que ha vuelto sabiendo mucho de computación cuántica, de inteligencia artificial y de interfaces cerebro-máquina. Tanto que, nada más aterrizar en Madrid, le contrataron en Google “con un sueldo superior al de mis dos padres juntos, que llevan 30 años trabajando”, apunta. Pero él, después de dos meses en la compañía californiana, se ha despedido para comenzar 2025 con un proyecto propio, una start up con una misión profundamente humana: ayudar a personas afectadas por enfermedades neurodegenerativas como la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) a recuperar su capacidad de comunicación. Y lo hace desarrollando un sistema de decodificación de voz que es significativamente más rápido que el que existe en la actualidad, lo que representa un paso importante hacia la viabilidad de estas tecnologías en entornos clínicos.
El origen de su interés viene desde su época en la Universidad Autónoma: “Efectivamente. En Informática, el Trabajo Fin de Grado (TFG) lo hice sobre un proyecto de neurocomputación y desarrollamos exoesqueletos para personas con lesiones en la médula, paraplejia y tetraplejia y me gustó mucho la experiencia. Fue un mix de Robótica, IA, Matemáticas, Informática… Me encantó la parte de aplicación útil y directa; por eso, en Oxford decidí que mi TFM fuera también de neurocomputación. En este caso para la decodificación del habla. Para pacientes que han perdido la capacidad de comunicarse de forma natural. Y esto no es ciencia ficción. Esto se puede hacer ya por la revolución de IA, porque los escáneres del cerebro han mejorado mucho y porque hay muchos ensayos y datos en los últimos dos o tres años que ayudan a entrenar a la IA. Mi esperanza es que, a través de esta investigación, podamos acercarnos a un futuro en el que ninguna enfermedad neurodegenerativa implique la pérdida de la capacidad de comunicarse”.
Ilusionado, aunque inquieto, Pablo “navega” solo, a sus 24 años, en esta aventura: “Ni mis padres ni mis amigos entienden mi decisión. Sé que estoy corriendo un riesgo investigando esto por mi cuenta para ver su viabilidad, pero confío en mi bagaje profesional y académico y es lo que quiero hacer en este momento. Hasta ahora todos los avances en decodificación del habla se han tratado desde el punto de vista neurocientífico, pero no son expertos en IA, y los que saben de IA no son neurocientíficos. Se están usando técnicas obsoletas y yo empiezo a ver resultados con mis experimentos”.

Cuando Pablo habla de experimentos se refiere a los estudios que está realizando de la mano de un grupo de investigación de Stanford, California, con el que ya contactó para su TFM: “Estoy con una paciente de ELA del grupo de Stanford que es mi nexo con pacientes reales. Ella, por ejemplo, lee un libro con la vista y yo grabo los datos de las actividades del cerebro por un lado y del libro por otro. Se decodifica la actividad motora de la boca, no la cerebral; es decir, lo que quiere decir la paciente no lo que está pensando”.
Pablo se siente imparable y con planes muy a corto plazo que quiere compartir con la Fundación Mutua: “En breve iré a Stanford para probar mi experimento y grabar una demo con mi paciente y poder realizar una ronda de financiación para seguir avanzando. Sobre todo, necesito dinero para computación, es decir, para alquilar por horas los ordenadores tan potentes que se necesitan y capital también para poder acceder a más pacientes y conseguir más datos. Me he propuesto desarrollar metodologías no invasivas que sustituyan los chips cerebrales, tipo cascos u otros dispositivos externos, pero para eso se necesita mucha I+D. Y, por otro lado, no quiero limitarme al habla sino también tocar tecnología restaurativa y aumentativa”.
Para ello, Pablo busca contactar con más pacientes de ELA y sus familiares para comprender mejor sus necesidades y casos de uso, así como con inversores o profesionales interesados en discutir sobre el proyecto, colaborar o brindar apoyo económico o computacional. Para todo ello ha habilitado este formulario para facilitar el contacto en cualquier momento.
Y cuando le queden algunos minutos, horas o días libres en su cruzada, también se plantea algo de ocio: “Por supuesto. Me gusta tocar el piano. Siempre quise tener uno, pero mis padres no pudieron comprármelo; así que me lo compré yo en la pandemia y estoy aprendiendo a tocarlo con YouTube. También me gusta mucho la escalada. La practico desde los 14 años, aunque una lesión del codo a los 17 me trajo varias operaciones y mucha rehabilitación. Afortunadamente ya he vuelto a practicarla. Y, por supuesto, viajar. Como he vivido en cuatro países, tengo amigos por todo el mundo y me encanta ir a visitarlos y, de paso, aprovechar para hablar con centros de investigación, start ups… Sé que acabaré en España porque es el mejor país para vivir y están mis raíces, mi familia y amigos de siempre, pero de momento voy a seguir moviéndome por el mundo para poder afrontar los desafíos que vienen, siempre con el objetivo de mejorar la vida de las personas mediante la ciencia y la innovación”.