Vocación musical y solidaria
Clara combina su pasión por la música con la labor social
Fomentar la cultura nunca había sido tan importante como hasta la llegada de la pandemia. Las personas mayores, especialmente, son las que más han sufrido por esta privación de la cultura y de la música, entre otras manifestaciones artísticas. Por ello, los músicos de la Escuela Superior de Música Reina Sofía han impulsado Sonidos de Compañía, un ciclo de conciertos dirigidos a las personas mayores que están hospitalizadas o viven en residencias. Entre las personas que participan se encuentra la joven trompista Clara Marimon, miembro del grupo de música de cámara Grupo Fundación Mutua Madrileña de la Escuela.
Clara, catalana de Reus, manifestó su amor por la música a muy temprana edad cuando escuchó por primera vez el sonido de la trompa. A pesar de haber acudido al Conservatorio para tocar el saxo, cuando le dijeron que ya no quedaban plazas, no dudó en apuntarse igualmente. La joven relata el momento en que, acompañada por su madre y entre miradas cómplices, ésta le dijo: “Ay Clara, vas a ser el alma de la orquesta. Mira qué sonido tan bonito”.
“Considero ahora que estoy en una fase mixta entre aprendizaje y profesión, pero creo que lo ideal para un músico es siempre estar en esta fase mixta; es decir, en la música siempre hay algo que aprender, que estudiar, algo que leer, que escuchar, el conocimiento nunca se acaba”.
Después, habiendo escuchado un sentido solo de trompa en la 5ª de Chaikovski, Clara emprendería un camino profesional dentro del mundo de la música, marcado por la vocación y la compañía. “Allí, en el Conservatorio”, explica, “empecé las clases con mi profesor y fue entonces cuando me enamoré de la trompa, y con 11 ó 12 años ya tenía claro que quería dedicarme a la música”.
Intentando simultanear la escuela y el conservatorio, a la trompista, siendo muy niña todavía, se le pasó por la cabeza varias veces la idea de dejarlo. Otros niños de su escuela iban a otras clases extraescolares y no quería quedarse sin un grupo de amigos.
Sin embargo, su hermano, estando también en la órbita de la música, le animó a continuar con su aprendizaje hasta que ella también encontró un grupo de amigos dentro del Conservatorio. Esta fuerza de voluntad y capacidad de sacrificio han guiado el rumbo de Clara, hasta el punto de tener la convicción de que su lugar iba a estar siempre en la música.
Otro factor que sin duda propició esta decisión fue la sensibilidad que desde pequeña desarrolló por el sonido de la trompa: “Es un instrumento que creo que se adapta muy bien al resto. No tiene un timbre muy claro sino que puedes ir “manipulándolo” un poco como tú quieres. Creo que eso es lo que la hace especial”. Este carácter versátil, tan dulce y potente a la vez, es lo que le atrajo. Asimismo, añade que también se utiliza mucho en las bandas sonoras debido a su sonoridad.
Clara Marimon está ahora a punto de terminar el Grado Superior en Música con especialidad en interpretación en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en la que entró a estudiar en 2019, que “me ha aportado muchísimo a nivel profesional y de mi carrera”, y cuenta a la vez con proyectos profesionales. Cada vez más, siente la necesidad de no querer dejar nunca de aprender en el mundo de la música: “Considero ahora que estoy en una fase mixta entre aprendizaje y profesión, pero creo que lo ideal para un músico es siempre estar en esta fase mixta; es decir, en la música siempre hay algo que aprender, que estudiar, algo que leer, que escuchar, el conocimiento nunca se acaba”.
Inquietud social
Es aquí cuando entra en acción la inquietud social y se une a esta vocación por la música. Con su entrada en el Grupo Fundación Mutua Madrileña, al que la joven expresa su agradecimiento -“también porque sin su apoyo no podríamos disfrutar de estos conciertos”-, se le abrió un mundo de posibilidades para unir su vocación social con “la oportunidad que te da la Escuela de poder trabajar en un grupo más grande y tocar piezas que quizás no habías tocado nunca”, explica. Por lo demás, la colaboración entre la Fundación Mutua Madrileña y la Escuela Superior de Música Reina Sofía, que comenzó en 2010-2011, cuando la Fundación Mutua asumió el mecenazgo de un grupo de cámara de la Escuela, ha ayudado en todo.
El proyecto Sonidos de Compañía, que ha liderado Clara junto a una cantante y un compositor, ofrece conciertos para personas mayores y enfermos en la Fundación Laguna-Vianorte, y ha sido un punto de partida para canalizar su inquietud social. Lo cuenta así: “Coincidí con unos compañeros en que queríamos llevar a cabo un proyecto social, era nuestra inquietud; porque al fin y al cabo vivimos en sociedad y en realidad todos los trabajos que hacemos tienen un fin comunitario, y claro, la música es algo que te aporta mucho, pero a veces se convierte en algo muy individual, sin quererlo”.
Los mayores y los enfermos “tienen derecho a disfrutar de la vida cultural y de repente se vieron apartados y nadie les acercaba esa cultura. Y por eso decidimos hacer este proyecto y la verdad es que fue algo muy revelador y a mí me ha aportado muchísimo en lo personal y a nivel musical.”
La trompista revela asimismo que está siendo una época de cambios en su vida y que seguramente su destino en un futuro no lejano esté en Alemania. “Es una ciudad llena de orquestas y en general la vida cultural de la música clásica es más activa”. A pesar de esto, es consciente de la situación del mercado laboral y, sobre todo, afirma con vehemencia que estando en el trabajo que esté, la música siempre va a formar parte de su vida. Su sueño sería entrar a formar parte de una orquesta en Alemania. Como referentes, cita a la violinista estadounidense Hilary Hahn, y a su profesor de música en la Escuela, el croata Radovan Vlatković.