Una convivencia en la que todos ganan - Blog Vidas Cruzadas

Una convivencia en la que todos ganan

Laia y Sara son compañeras de piso gracias a “Aura Hábitat”, el proyecto ganador de los Premios al Voluntariado Universitario.

Una convivencia en la que todos ganan

Laia y Sara son compañeras de piso gracias a “Aura Hábitat”, el proyecto ganador de los Premios al Voluntariado Universitario.

Un total de 19.460 estudiantes participaron en acciones de voluntariado a través de su universidad el curso pasado, un 13% más que el año previo. Esta cifra refleja la vocación solidaria de los jóvenes españoles que va sumando adeptos y que la Fundación Mutua Madrileña valora y reconoce con sus Premios al Voluntariado Universitario; unos galardones que este año cumplen su undécima edición.

Poner en valor el voluntariado como palanca fundamental de apoyo a la sociedad y volcarse en el espíritu solidario de los estudiantes universitarios, es el ADN de estos premios y Sara Salcedo (Sabadell, febrero de 2001) es uno de estos estudiantes que derrochan interés por los demás.

Ella forma parte del Proyecto Aura Hábitat, ganador de esta edición, dotado por la Fundación Mutua Madrileña con 15.000 euros, y a la que se han presentado un total de 93 candidaturas. La iniciativa ganadora pertenece a la Fundación Aura que promueve la convivencia de jóvenes universitarios, procedentes de universidades catalanas, con personas con discapacidad intelectual, a través de pisos compartidos en Barcelona. El objetivo es que estos últimos puedan aumentar su autonomía para llevar una vida más independiente.

La compañera de Sara es Laia Martí (Barcelona, noviembre 1991). Sara y Laia han convivido los últimos cinco meses en un piso del barrio de Sant Gervasi, junto a Eric, pareja de Laia, y Ona, otra voluntaria. “En el programa siempre somos un voluntario por cada persona con discapacidad. Laia y Eric son pareja desde que se conocieron en Aura hace ya seis años y ahora estamos un poco tristes porque se ha terminado el periodo de convivencia, acaban de mudarse y nos vamos a echar mucho de menos”, asegura Sara.

Creo que el desconocimiento, como me pasaba a mí, es el mayor estigma que podemos tener con estas personas. A veces, nos topamos con desalmados que les insultan o les menosprecian y ellos, siempre callan, pero al llegar a casa lloran y les da rabia no haber reaccionado de otra manera. Y yo lo sufro mucho porque les quiero.

El proyecto Aura Hábitat tiene una duración solo de cinco meses para poder atender la alta demanda de todas las personas con discapacidad que forman parte de la fundación y que necesitan un periodo de convivencia fuera del entorno familiar para llegar a ser independientes. “Para Eric y para mí ha sido un aprendizaje tan beneficioso que acabamos de alquilar un piso ya solo para nosotros dos. Estoy que aún no me lo creo”, comenta Laia.

Laia, como Eric, ya es independiente económicamente. Trabaja como auxiliar administrativa en un Estudio de Ingeniería y Arquitectura y en una Fundación de Arte y Diseño gráfico: “Me formé en un módulo de una escuela especial para ejercer labores administrativas y me gusta mucho mi trabajo porque es variado. En la Fundación también colaboro en temas de gestión académica y en la biblioteca que tienen que es muy grande y me siento muy realizada porque cada vez me dan más responsabilidades. Por las tardes hago teatro, tenis adaptado y en Aura, asisto a un programa que se llama “Autogestores” en el que nos ayudan a ser aún más independientes”, comenta Laia.

Sara, por su parte, es la voluntaria más veterana de Aura. Ella, que actualmente estudia segundo de Psicología en la Universidad Blanquerna de Barcelona, comenzó haciendo unas prácticas en esta fundación cuando estudiaba un Grado Superior de Integración Social de dos años, y desde entonces comparte pisos con personas con discapacidad: “Acepté las prácticas por probar algo nuevo y reconozco que con ciertos prejuicios. Yo vengo de un pequeño pueblo de Barcelona donde no hay personas como Laia y Eric y me sentía muy verde y con miedo. Ahora, en agosto cumplo ya tres años en el proyecto que es el tope para los voluntarios y tengo que dejarlo. Y voy a salir siendo otra persona. Muchísimo mejor persona y con cierta rabia de ver que la sociedad aún no acepta a personas como Laia y se empeñan en hacerles la vida más difícil de lo que ya la tienen. Creo que el desconocimiento, como me pasaba a mí, es el mayor estigma que podemos tener con estas personas. A veces, nos topamos con desalmados que les insultan o les menosprecian y ellos, siempre callan, pero al llegar a casa lloran y les da rabia no haber reaccionado de otra manera. Y yo lo sufro mucho porque les quiero. Piensa que convivimos como una pequeña familia que, aunque rote cada cinco meses, seguimos manteniendo contacto y haciendo planes juntos. De hecho, me he ido hasta de vacaciones con algunos. Y yo aprendo más de ellos que ellos de mí. Y cuando llega el momento de las despedidas, como ahora con Laia y Eric, lo paso fatal. Me resulta muy duro hacerlo porque compartimos muchas cosas incluso de nuestra vida privada. Laia además es muy madura, tenemos mucha confianza y me ayuda a ver el mundo con sus ojos”.

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Aura Hábitat proporciona los pisos, corre con los gastos de alquiler y de la casa, supervisa el funcionamiento, organiza reuniones mensuales con los voluntarios para ver cómo van evolucionando sus beneficiarios, asesora nutricionalmente los menús… “Estamos muy arropados por Aura"-comenta Sara. "Nosotros, por nuestra parte ponemos 50 euros cada uno a la semana. Los lunes por la tarde hacemos la compra entre los cuatro y nos cunde mucho el dinero y eso que compramos hasta cuatro tipos de leche diferentes. Los domingos por la noche elaboramos el menú de la semana y nos repartimos las tareas. Siempre un voluntario y uno de ellos para encargarse de la cocina y recoger la comida y otra pareja para hacer la cena y recoger. Cocinamos platos sencillos pero cada vez hacemos recetas más elaboradas. Además, Laia cocina muy bien; y los viernes organizamos algún plan juntos como salir a tomar algo, a la bolera o al cine, incluso vamos con otros compañeros de los otros dos pisos que tiene Aura en Barcelona. Esta actividad es obligatoria, pero la hago muy a gusto porque nos divertimos mucho. De hecho, ahora que Laia y Eric se han independizado seguiremos quedando”. 

Laia asegura que le encanta cocinar y, escuchando a Sara, asegura que para ella es una gran amiga que le ha ayudado mucho a lograr su independencia: “Hasta ahora, todo lo que he hecho en Aura y aquí con Sara ha sido un aprendizaje total. Aura me ha ayudado y ayuda mucho y Sara es un amor de persona y quiero que nuestro vínculo de amistad siga para siempre. Ahora me siento más libre, más segura de mí misma, puedo tomar decisiones sin tener que pasar por nadie. Y prueba de ello es que acabo de estrenar casa y me siento muy feliz y mi madre, que es el motor de mi vida, está además muy orgullosa de mí”.

Sara, antes de despedirnos, me pide hacer un llamamiento a otros jóvenes: “El premio que nos ha concedido la Fundación Mutua Madrileña ha sido un regalo que nos ha hecho muchísima ilusión porque creo que reconoce la labor social tan bonita que hacemos desde Aura y le da mayor visibilidad al proyecto para que se conozca también fuera de Barcelona. Ojalá haya muchos más estudiantes que se animen a probar”. Y Laia remata la charla con una gran sonrisa y un comentario muy acertado: “Y que también se animen otros a vivir solos como Eric y yo que es muy guay”.