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Un voluntariado con voz

Raquel del Pino aúna su profesión de músico con la vocación de ayudar a los demás y es la voz de los conciertos en residencias de mayores de la Fundación Mutua Madrileña.

Los residentes de una residencia de mayores en el centro de Madrid tienen un plan especial en una mañana de viernes de primavera: un concierto de guitarra y voz con canciones de siempre. En el escenario, Raquel del Pino, una joven madrileña con un brillante currículum musical y una sensibilidad especial para llegar a los mayores que ha adquirido haciendo voluntariados durante su juventud.

Musicalmente, la carrera de Raquel es tan amplia como sobresaliente: Titulada Superior en Guitarra Clásica por el Real Conservatorio de Música de Madrid y con un grado en Canto Lírico por la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Su formación se complementa con un Máster en interpretación solista por la Escuela Reina Sofía en la cátedra de Ryland Davies y el premio cum laude en el Máster de Ópera del Koninklijk Conservatorium de Bruselas. Formada con los mejores expertos en canto internacionales, su voz ha triunfado en zarzuela, ópera, teatros y coros. Su pasión por la música la combina con una gran sensibilidad hacia los demás que plasma en esta serie de conciertos que está llevando a cabo en residencias para mayores organizados por la Fundación Mutua Madrileña.

Raquel empezó con la música a los 7 años cuando hizo las pruebas para el Conservatorio Victoria de los Ángeles de Madrid, que estaba cerca de su casa, donde se formó en guitarra y canto. A los 17 años, cuando terminó el Instituto y no sabía muy bien hacia dónde tirar, su madre le propuso irse juntas a hacer un voluntariado en una residencia con personas con minusvalías físicas y psíquicas en Londres, que a ambas les cambió la vida. De hecho, volvieron a este voluntariado, ya por separado, alguna que otra vez más. “Allí vi lo terapéutica que puede ser la música y lo que lo agradecen”.

De vuelta a Madrid, Raquel siguió con su Título Superior de Guitarra y con su participación en el Coro de Jóvenes de Madrid, del que formaba parte desde la adolescencia. Llegó a la Escuela Superior de Música Reina Sofía empujada por uno de los directores artísticos de este coro: “Hice la audición sin esperanzas y entré con 19 años. Y ya no tuve qué pensar qué estudiar”, cuenta.

Para hacer un recital en una residencia tienes que tener la templanza y el carisma de saber estar con este tipo de público. Al venir del mundo del voluntariado, entiendo la paciencia y la diferente dedicación que hay que tener.

En la Escuela Superior de Música Reina Sofía se volcó en el canto: “Fue una experiencia muy enriquecedora. Como ya tenía el Grado Superior de Guitarra, el de Canto lo hice en menos tiempo, y además me pilló la pandemia que complicó todo. Aun así, tuve la oportunidad de hacer masterclass con gente de fuera de España, de viajar, de hacer algún curso fuera… e incluso un ciclo de conciertos por España que me ayudó mucho en mi carrera porque cuanto más estás en el escenario, más te haces a él”.

Profesionalmente la carrera de Raquel no se cierra a nada: “Me he dedicado sobre todo a la parte de solista, he trabajado en zarzuela y ahora me voy al Teatre del Lliceu a estrenar una producción que se llama La torre dels somnis que es de ópera y circo”.

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También tiene dos proyectos musicales propios: el Dúo Namur, con el pianista y compositor Alberto Álvarez, que conoció en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, y Lunares en el alma, un proyecto personal donde combina su faceta como cantante y como guitarrista en un espectáculo de música española.

Los conciertos con la Fundación Mutua Madrileña en residencias de mayores han surgido a partir de Lunares en el alma: “Para hacer un recital en una residencia tienes que tener la templanza y el carisma de saber estar con este tipo de público, que no está acostumbrado a ir a un concierto y que física y psicológicamente no tienen la disposición que otra gente que ha pagado una entrada. Y esto en la formación académica de músico no te la dan, siempre se sobreentiende que el público está callado y tú concentrado… Al venir del mundo del voluntariado entiendo la paciencia y la diferente dedicación que hay que tener. Al ser un repertorio que hago sola, me las arreglo y me resulta sencillo”, cuenta.

A la residencia Raquel les ha llevado canciones de Federico García Lorca, como Zorongo gitano o Anda Jaleo… y también boleros, como Ojos Verdes, o música de Latinoamérica, como Alfonsina y el mar. “Este tipo de concierto lo he hecho varias veces en teatros y centros culturales y, como la mayoría de público que asiste es mayor, pues cada vez que lo hago intento acercárselo un poco más, para que les guste lo más posible”.

Profesionalmente, Raquel hace de todo. “He hecho conciertos, producciones de teatro, ópera, he estado becada en el Teatro Real en un proyecto joven llamado Crescendo y en Bruselas el Teatro de la Ópera La Monnaie… pero sigo buscando mi sitio porque hay mucha temporalidad”.

Hace poco Raquel ha empezado a trabajar como profesora y en la gestión de un Centro Superior de Música en Madrid, “porque llega un momento en el que necesitas solvencia y estabilidad, aunque no voy a dejar mi parte artística porque a mí lo que me gusta es poder vivir de la música”.

Veremos qué le depara el futuro, porque ideas, talento y tesón no le faltan: “Mi idea es probar todos los palos, no decir a nada que no. Soy muy atrevida, me gusta conocer diferentes cosas y salir de mi zona de confort porque nunca sabes dónde te puede llevar”.

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