Un arcoíris tras la DANA - Vidas Cruzadas
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Un arcoíris tras la DANA

La psicóloga Pilar García coordina las acciones vinculadas al Proyecto del Plan de Recuperación desde la Psicología para las poblaciones afectadas por la DANA, de Fundación Mutua y el Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana.

La tarde del 29 de octubre de 2024 el agua detuvo la vida en muchos pueblos de Valencia. La riada que asoló numerosas localidades llevándose a su paso personas, coches y cualquier otro obstáculo que encontrara, dejó anegados de agua los bajos y garajes de los edificios e impidió salir a la calle y recibir la ayuda necesaria al resto de la población en días.

A mediodía de ese 29 de octubre llovía ligeramente en Albal, una de las localidades valencianas afectadas por la DANA. La psicóloga Pilar García terminó a las 15:00 horas su jornada laboral gestionando un taller de empleo de atención socio-sanitaria a 20 mujeres y hombres de la localidad que realizaban un curso que les capacitaba como auxiliares de ayuda a domicilio y de instituciones sociales, y que combinaba durante la jornada esta formación teórica con prácticas laborales: “No llovía especialmente y emprendí la carretera de vuelta a mi casa (a 50 kilómetros). A lo largo de la tarde, el alumnado de la localidad empezó a decir que llovía mucho. Todo se desencadenó esa tarde noche”, recuerda Pilar.

A la mañana siguiente, la primera noticia de la catástrofe que recibió Pilar fue de mano de su alumnado, que le escribió porque no podían salir de sus casas a hacer las atenciones tanto en la residencia municipal como domiciliarias que tenían en sus prácticas. “Ahí empezó todo el trabajo voluntario que se estuvo haciendo. En Albal la mitad de la población estuvo arrasada y la otra mitad, no. Hubo gente que no podía salir de su portal”, explica, añadiendo cómo “el alumnado que vivía en la localidad y podía salir hizo una labor de voluntariado atendiendo a todo aquel que lo necesitaba: personas mayores, con diversidad funcional… Eran los que estaban ahí, el resto no podíamos llegar. Fue una respuesta extraordinaria. Como pudieron se pusieron las botas y salieron a la calle a atender a quien lo necesitara”.

Se está haciendo mucha atención individualizada, como un acompañamiento psicológico, porque hay muchas personas que padecen mucho malestar emocional cada día. Nosotros hacemos el acompañamiento psicológico para aliviar ese malestar emocional que todavía existe.

Esto fueron los primeros momentos. El curso de formación concluyó y a Pilar le surgió la oportunidad de coordinar las acciones a desarrollar dentro del proyecto de la Fundación Mutua Madrileña y el Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana: “Yo ya conocía la necesidad que había y sabía hasta dónde podíamos llegar, porque estaba muy vinculada a la zona, identificada con el personal y tengo mucha gente afectada”.

El proyecto de la Fundación Mutua y el Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana supone la tercera fase atención psicológica de la población tras la DANA. La primera, fue de urgencia, en los primeros momentos, donde los psicólogos voluntarios eran expertos en emergencias y catástrofes. En una segunda fase, que comenzó en diciembre, están interviniendo psicólogos expertos en estrés postraumático. La tercera fase, a más largo plazo y para toda la población, es un proyecto de recuperación dirigido al restablecimiento del bienestar emocional de la población y que se coordina a través de los ayuntamientos. 

Como explica Pilar, “la idea es recuperar el bienestar emocional de la ciudadanía como colectivo, pero lo cierto es que se está haciendo mucha atención individualizada, como un acompañamiento psicológico, porque hay muchas personas que padecen mucho malestar emocional cada día. Esta atención no sustituye a la atención psicológica de trastornos clínicos que existen, esos se transfieren a salud mental. Nosotros hacemos el acompañamiento psicológico para aliviar ese malestar emocional que todavía existe”, aclara.

Ansiedad, depresión, problemas de alcohol, sentimiento de culpa por haber estado en los balcones gritando a la gente que no se subieran al coche, pero haberlos visto arrasados luego por la tromba de agua, alteraciones del sueño, miedo a que vuelva a pasar... "Y mucho enfado, no solo con lo que pasó, sino con las ayudas", son los cuadros más habituales. "En los días de lluvia, sobre todo, hay mucha ansiedad, porque todo el alcantarillado sigue embozado", cuenta.

Todos son vulnerables

Pilar nos habla del sentir que se encuentra entre las personas afectadas y destaca, por ejemplo, el pesar de aquellas que han tenido pérdidas materiales. Uno de los consejos que no se deben dar a estas personas es el “no te preocupes”. Como explica Pilar, son personas “a las que no les queda nada y han presenciado todo, por lo que es una vivencia que tienen que asimilar, aceptar todo ese sentimiento, trabajar los pensamientos recurrentes y aprender a vivir con lo ocurrido”. Y es que la gente se sintió muy sola, porque el día siguiente no apareció nadie…y al siguiente, tampoco. “Ese sentimiento de abandono también tienen que trabajarlo”. 

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La dificultad para trabajarlo y aceptarlo es hacerlo cuando la huella sigue estando presente: “Hay gente que se ha quedado sin coche y ha tenido que pedir un crédito para comprarse otro. O que no tienen garaje, y están todos los vehículos aparcados encima de las rotondas. La huella sigue estando ahí.  Hay una huella psicológica que es muy difícil de sanar, porque la huella material todavía está ahí, a la vista, en parques destrozados, garajes y ascensores sin arreglar, cementerios de coches, negocios cerrados, mucho bajo reventado. Gente prisionera en su casa por no poder bajar a la calle”, señala.

En las localidades afectadas por la DANA, la gente que antes era vulnerable “ahora lo es doblemente”, y “la gente que antes no lo era, ahora lo es”, comenta Pilar.

El proyecto de la Fundación Mutua pone el foco en los colectivos más vulnerables que, como explica Pilar, son, entre otras, las personas mayores que no pueden salir de su casa, las personas con diversidad funcional que no pueden salir a la calle, los adolescentes y niños -ya que los pabellones deportivos y los parques están arrasados y no tienen dónde ir-, los cuidadores no profesionales, y sobre todo, las personas desplazadas de sus hogares que han sido acogidas en otras localidades: “Han llevado a personas mayores a otras casas y son muy vulnerables al haberlos sacado de su entorno vital sin fecha de vuelta, porque hay domicilios a los que se va a tardar en volver”.

Actuación en cascada

Para recuperar todo el bienestar emocional, explica Pilar que han contactado con asociaciones juveniles, vecinales, musicales, técnicos de juventud de los ayuntamientos… y a todos ellos se les ofrece programas psicoeducativos para dotarles de herramientas de respiro, prevención… “Se trata de intentar crear un tejido social para cohesionar a la ciudadanía y ahora mismo estamos en eso. Hay muchas granas de participar”.

El programa arranca en cada localidad una vez que se firman el convenio con cada ayuntamiento. “A través de una persona de contacto del consistorio se reúnen para ver qué servicios se ofrecen, qué necesidades hay y qué podemos hacer. Y a partir de ahí arrancamos en cada caso”. El equipo de psicólogos se va incrementando conforme se suman los ayuntamientos al proyecto.

Y poco a poco, esperan que vuelva a salir el sol para todas estas personas afectadas de una forma u otra: “Esperamos crear una buena red comunitaria de recuperación e ir dejando esto atrás”, concluye.