
Patrullar contra la trata
Rocío dirige una asociación para prevenir la trata y explotación sexual de mujeres.
En la céntrica calle Montera de Madrid o en un polígono aislado. En ropa interior y tacones, a cualquier hora y bajo cualquier circunstancia meteorológica. En 2021, las unidades móviles de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida consiguieron hablar con cerca de diez mil mujeres que estaban siendo prostituidas, para informarlas y asesorarlas, ofreciéndoles una salida de su situación de explotación sexual y/o trata de seres humanos.
Las patrullas móviles de esta asociación las forman una trabajadora social y una superviviente de trata. Una patrulla discreta, pero que sabe moverse en esos ambientes y que está siempre en coordinación con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por la peligrosidad que pueden entrañar algunas situaciones -por las mafias y proxenetas-.
Desde 1985 estas unidades móviles han ido ayudando a mujeres a salir de la situación de explotación sexual. La asociación la inició Rocío Nieto, trabajadora social, al constatar que estas mujeres no estaban ahí por libre elección, que demandaban alternativas reales, así para acompañarlas en este proceso crearon un centro de referencia donde poder ayudar a las que decidieran salir.
“La realidad de los años 80 es otra a la actual”, recuerda la abogada Rocío Mora, hija de Nieto, y actual directora de la asociación, heredera del trabajo y la pasión de su madre en la lucha por acabar con esta situación. “En aquel entonces la mayoría eran mujeres politoxicómanas prostituidas por la propia necesidad de poder seguir consumiendo y la trata no tenía un marco legal”.
En estas décadas muchas más cosas han cambiado. La asociación ha ido creciendo y creó su primera escuela de supervivientes y la trata ha sido reconocida como un delito contra los derechos humanos, abriendo la puerta a que en 2017 en el Pacto de Estado contra la Violencia de Genero, se recogiesen medidas específicas contra la trata y la explotación sexual de mujeres y niñas, entre ellas una Ley integral que actualmente está en preparación.
Pero también han cambiado otras cosas; las mujeres y niñas están cada vez más controladas, más invisibilizadas, más vulnerables. Aquellos que las explotan y se aprovechan de su vulnerabilidad controlan de cerca todos los movimientos de las mujeres, a veces sin que el resto de la sociedad los veamos, por eso las unidades móviles de la asociación ahora tienen un perfil discreto, casi invisible, de forma que sea posible el acercamiento a las víctimas sin ponerlas en peligro. Este control y esta invisibilidad se vio acrecentado desde el confinamiento, la prostitución se trasladó a lugares invisibles, a pisos privados, donde es más difícil acceder, o a llevarse a cabo por medios telemáticos, como webcams.
“Si no tuviésemos supervivientes en las patrullas sería imposible acceder a los lugares donde las explotan por la complejidad y la peligrosidad de estos espacios. Solo en la Comunidad de Madrid vamos a 480 lugares invisibles, que son pisos particulares…porque la pandemia las invisibilizó”, explica Rocío. En la actualidad, esta asociación opera en seis provincias, intentando cubrir el máximo de territorio nacional y con 80 personas contratadas.
Independientemente de los cambios la explotación sexual de mujeres sigue siendo una realidad y esta asociación sigue volcada en ayudar a salir a las mujeres de ellas y a acabar con ella desde las instituciones. La postura que defienden con la prostitución es abolicionista y Rocío Mora explica el matiz: La abolición persigue a aquellos que sacan beneficio y vulneran los derechos de las mujeres. Otras tendencias serían reglamentarla o prohibirla, pero esto último “criminaliza no solo al que explota sino a la propia mujer. No vamos a condicionar las decisiones de ninguna mujer, pero es nuestro deber ofrecer alternativas a la violencia y la explotación”, explica.
Una salida real
Y al margen de la presión institucional, esta asociación trabaja mucho día a día, con las mujeres que quieren salir de esa situación de explotación. Las unidades móviles que definen su forma de actuar y de llegar a las mujeres informaron y asesoraron a 9.899 personas en 2021. Identificaron a 1.426 nuevas, de las cuales un 90 por ciento eran inmigrantes y un 2 por ciento menores de edad. Su teléfono de emergencias de 24 horas atendió 1.742 llamadas en el año, de las que 538 tuvieron que derivarse por situación de urgencia.
El centro integral de la asociación les ofrece información y también una intervención directa, personalizada e integral para poder salir de su situación. “No somos una organización asistencialista, sino que queremos que las mujeres tengan alternativas y recuperen su vida en libertad y dignidad”, defiende Rocío Mora.
En su proyecto de creación de empleo y formación, la asociación cuenta con la ayuda de la Fundación Mutua Madrileña, para el establecer itinerarios laborales individualizados, acompañamiento continuado, formación tecnológica específica para romper la brecha digital y facilitar el acceso al empleo, y ayuda económica directa a las participantes durante todo el periodo de formación (ocho meses) para favorecer su autonomía y conseguir que salgan de su situación.
Rocío Mora lucha con todo su empeño por esta causa, pero sueña con solucionar definitivamente el problema algún día. De momento, las cifras indican que estamos lejos y las estadísticas apuntan a que somos uno de los principales países que demanda mujeres y niñas para ser prostituida. “Es fundamental que la RSC de las empresas entiendan y apoyen esta realidad, porque se apoyan otras como la discapacidad, la infancia…pero cuando se habla de trata y prostitución siempre tenemos la visión de Pretty Woman, pero no de vulneración de derechos fundamentales”.