Nanomedicina: todos a una para llegar al paciente
Lorena lidera un estudio colaborativo para buscar una alternativa de tratamiento a la fibrosis quística.
Dicen que un biólogo puede ser de “bota” (trabajo de campo y especialidades como zoología, botánica…) o de “bata” (laboratorio, biología molecular, biomedicina, etc) y la asturiana Lorena García Hevia siempre tuvo claro que quería ser bióloga de bata. Actualmente, lidera desde el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla-IDIVAL un estudio colaborativo con equipos de profesionales de varias comunidades de España para buscar alternativas de tratamiento a los antibióticos en pacientes con fibrosis quística que se financia con una de las Ayudas a la Investigación en Salud de la Fundación Mutua Madrileña.
En este estudio, la nanomedicina, especialidad a la que ha dedicado su carrera Lorena, puede tener la llave y ser vehículo para que estos pacientes se beneficien de otras terapias.
El camino hasta aquí comienza con una vocación hacia las ciencias de la salud desde el instituto y con casualidades o causalidades de la vida como toparse con el científico Carlos López-Otín como profesor en la Facultad de Biología de Oviedo, que le contagió el entusiasmo por la investigación y la encaminó por el camino del doctorado. Fue entonces cuando dejó su Asturias natal -ella es de la localidad Pañeda Nueva- y se trasladó a Santander, donde primero hizo un Máster en Biología Molecular y Biomedicina y después el doctorado en esta misma área, ambos en la Universidad de Cantabria. Allí ha estado salvo para “hacer varias estancias postdoctorales por diferentes partes del mundo”, y a donde ha vuelto cuatro años después comenzar estas “aventuras”.
También hay casualidad y profesores carismáticos en su dedicación a la nanomedicina, como área de dedicación. En este caso, fue su directora de tesis, la catedrática Mónica López Fanarraga, la que la encaminó: “Decidí especializarme en la Nanomedicina influenciada por su entusiasmo y por el enorme potencial de este campo. Se trata de una de las áreas de mayor proyección en estos momentos, de hecho, los importantes avances que se están llevando a cabo podrían dar lugar a nuevos sistemas de diagnóstico y terapias con mayor eficacia que los existentes, no sólo en el cáncer sino en muchas otras enfermedades”, cuenta.
En el proyecto que lleva a cabo con la Ayuda de la Fundación Mutua, el equipo colaborativo de distintas partes de España trata de buscar alternativas a los antibióticos para tratar a los pacientes con fibrosis quística, entre otros motivos porque estos pacientes suelen desarrollar resistencias que hacen que la antibioterapia deje de ser eficaz para el tratamiento de sus graves infecciones. “Buscamos un tratamiento alternativo basado en bacteriófagos, que son virus que matan bacterias, y que combinaríamos con antibióticos. Sin embargo, estos virus pueden generar rechazo si se suministran libres y no dirigidos al foco de la enfermedad. Es aquí donde entra en acción la nanomedicina”, apunta.
Gracias a la nanomedicina, “los inconvenientes que muestran los bacteriófagos se pueden solventar si los encapsulamos en partículas de tamaño nanométrico. Así estos fagos estarán protegidos y serán estables, es decir no se degradarán, serán direccionados al sitio de acción y se liberarán de forma constante y controlada con el objeto de mejorar su eficacia y su potencial aplicación terapéutica”, explica.
Y en esta idea trabaja desde el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla- IDIVAL junto a equipos de otras cuatro comunidades autónomas. Médicos e investigadores básicos de la mano para buscar una solución que mejore la salud los pacientes. “La idea nace de la colaboración con el Catedrático de Biología Molecular y especialista en Microbiología, el Dr. Jesús Navas, que desarrolla una de sus líneas de investigación en el tratamiento de la fibrosis quística con bacteriófagos. Asistiendo a sus seminarios científicos me di cuenta de la problemática de esta enfermedad y de la complejidad de los bacteriófagos como tratamiento, y la posible solución gracias a la nanomedicina. Así, codo con codo, y en colaboración con una magnífica red de especialistas en el tema de diferentes Institutos de Investigación Sanitaria y Hospitales, nos pusimos manos a la obra para escribir este proyecto y ahora trabajar estrechamente”, explica.
La multidisciplinariedad es una de las características que definen la nanomedicina. “Estos estudios sólo pueden llevarse a cabo mediante colaboraciones entre biólogos, médicos, químicos, físicos y farmacéuticos. Por lo tanto, pese a ser investigadora básica, estoy cercana a los pacientes por el contacto con los facultativos de los hospitales, ellos nos transmiten de primera mano las necesidades y los problemas urgentes con los que se encuentran a diario, y a los que nosotros, como investigadores, tratamos de buscar soluciones. Esta retroalimentación es fundamental para lograr que la ciencia básica tenga una traslación rápida a la clínica, y así paliar las enfermedades de los pacientes, que es lo más importante de todo”.
En el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Lorena cuenta que por el hecho de ser mujer no se ha encontrado con ninguna barrera en su carrera. Los contratiempos con los que se ha topado “han sido fruto de amiguismos, endogamias o intereses particulares”. Y confía en que no haya experiencias negativas que desalienten a las generaciones de científicas venideras y “que ese no sea un freno para todas las niñas y jóvenes que tienen vocaciones científicas. Me gustaría que el género no tuviera un rol preestablecido y que el papel de la mujer en el ámbito científico sea el mismo que el de los hombres”.