Fundación Mutua apoya la investigación en diferentes ámbitos de la salud- Blog Vidas Cruzadas
Salud
  • Ayudas a la investigación

La libertad de una ayuda para investigar

Houria desarrolla una nueva vía para atacar tumores.

El día que Houria Boulaiz obtuvo la financiación para poner en marcha su primer proyecto científico como investigadora principal fue un estímulo inmenso para su carrera. Llegar a él le había costados muchos “noes” previos.

Hasta ese día, en 2017, habían pasado muchos años desde que Houria -cuyo nombre significa libertad-, nacida y criada en Tánger y licenciada en Biología por la Universidad de Tetuán siendo la primera de su promoción, decidiera acceder a un programa de doctorado en Granada donde defendió su Tesis Doctoral Europea merecedora del premio Extraordinario de Doctorado. Tras un breve paso por Jaén, se incorporó a la Universidad de Granada como docente e investigadora donde después de muchos años de trabajar sin mirar el reloj, con la ilusión puesta en el resultado de cada experimento que llevaba a cabo, fue galardonada con el Premio del Consejo Social a la Mejor Trayectoria Investigadora de Jóvenes Investigadores.

“Nos dirigimos a las células madre del cáncer que son las responsables últimas del inicio del tumor y sus recidivas”.

Su gran oportunidad como investigadora principal le llegó de la mano de una Ayuda a la Investigación en Salud de la Fundación Mutua Madrileña. La fundación, que desde hace 19 años convoca estas ayudas para fomentar la investigación en España, prima mucho en su concesión el impulso de carreras jóvenes y apostó en 2017 por el proyecto de Houria para buscar una nueva terapia en oncología.

Ahora, con el proyecto finalizado, los resultados demuestran que la apuesta fue un acierto y Houria tiene una línea de investigación a pocos pasos de empezar los trámites para entrar en fase clínica, con varias patentes registradas y sobre todo con la ilusión de tener delante una vía novedosa y que ha funcionado en el laboratorio para atacar el cáncer. Además, ya es catedrática.

“Nos dirigimos a las células madre del cáncer que son las responsables últimas del inicio del tumor y sus recidivas”, explica. Y lo hacen atacándolas con una terapia génica con genes suicidas. Es decir, explicado de forma muy genérica, introduce -por medio de un vector- un gen bacteriano que solo actúa si encuentra determinadas células -en este caso, las células madre del cáncer- y, si las encuentra, detiene su ciclo celular y les induce la muerte celular programada con la formación de poros en las células tumorales (un proceso que se llama piroptosis), destruyéndolas.

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La inducción de la expresión del gen (que en realidad finalmente son dos genes, porque durante la investigación han identificado un par de genes bacterianos con potencial anticancerígeno, el ldrB y el hokD) es totalmente fisiológica ya que está bajo el control de un promotor cuya proteína activadora, la survivina, está sobreexpresada en las células madre cancerígenas y apenas se expresa en el tejido sano. Esta característica le otorga al sistema una especificidad de la que carecen muchos tratamientos actuales contra el cáncer.

Además, otra de las ventajas del sistema desarrollado es que expresa fluorescencia, lo que permite rastrear las células tumorales en caso de metástasis confiriendo tanto una función terapéutica, como otra diagnóstica, porque permite detectar donde “se esconden” esas células madre del cáncer en el organismo.

Nueva vía para atacar el cáncer

Lo novedoso e ilusionante de su investigación es que en la actualidad “ninguna terapia de las que se utilizan en cáncer se dirige a estas células madre del cáncer, todas atacan las células diferenciadas del tumor”, explica. Sin embargo, está probado que esta población de células madre oncológicas son las responsables últimas de la aparición de un tumor, tanto primario como si luego se reproduce. Por eso, atacarlas abre una nueva vía prometedora de acabar con los tumores. Y hacerlo de forma tan específica y directa, evitaría muchos de los efectos secundarios de otras terapias.

Houria reconoce que siempre tuvo clara su vocación. “Desde niña me ha fascinado cómo funciona el cuerpo humano, cómo se enferma, cómo se cura… por lo que estudié biología para encontrar el porqué de las cosas y buscar soluciones”.

Esa vocación tan clara y esa curiosidad innata por encontrar respuestas es lo que le da “la chispa” que le ha permitido aguantar la carrera científica. “Nunca he dudado de lo que hacía, porque me apasiona la ciencia. Cuando trabajo se me van las horas sin darme cuenta y siempre ha sido mi refugio, pero hay momentos duros, como compaginar la maternidad, por ejemplo. La carrera científica es muy costosa, muy sacrificada y por eso conseguir un proyecto como IP -investigadora principal- fue tan importante, porque supuso también un reclamo para otros proyectos que me dieron después, y que llegaron porque yo ya tenía experiencia como IP. Por eso le tengo un enorme cariño a la Fundación Mutua Madrileña, que fue la primera en apostar por mí”.

Ahora, Houria perfila cómo seguir encontrando financiación para seguir con su línea de investigación. Los resultados hasta el momento han sido inmejorables (12 artículos publicados y solicitud de 3 patentes). Como dice ella, “la satisfacción personal es tremenda porque… ¿y si esto llega al paciente?”. Ojalá lo veamos.