
Frente al bullying: hablar menos y escuchar más
Graciela Sánchez imparte charlas contra el acoso escolar en colegios.
La felicidad, el bienestar y la seguridad son tres aspectos fundamentales para el desarrollo integral de niños, niñas y jóvenes en su paso por la escuela. Pero esta consideración de UNICEF y la ONG “Internacional Bullying Sin Fronteras”, tan loable, se queda muchas veces en un simple deseo.
Solo en 2021 se registraron en España 1.229 casos de acoso escolar y ciberbullying graves y es que el simple hecho de cómo viste un acosado, de su aspecto físico, de cómo camina, come o incluso mira, es excusa suficiente para que el acosador o acosadora actúe y agreda. Cualquier diferencia puede servir de motivo para dañar: discapacidad, orientación sexual, cultura, raza o religión o incluso sacar notas altas. Y eso se traduce en que, según el IV Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos, de Fundación Mutua Madrileña y Fundación ANAR, en España, uno de cada cuatro alumnos/as (24,4%) cree que hay alguien en su clase que sufre acoso escolar (La opinión de los estudiantes. Curso 2021-2022).
"Hay mayor sensibilización. Hemos pasado de un ‘es cosa de niños’, ‘ha pasado toda la vida’, ‘no es para tanto’, a darle la importancia que merece. Y aunque no siempre es acoso, a veces son conflictos de convivencia u otras violencias entre iguales, ayudamos a los chicos y chicas a que lo diferencien, a que no sean cómplices"
Para prevenir el acoso escolar y darle voz, Fundación Mutua Madrileña se ha unido a la Fundación ANAR (Ayuda a Niños, Niñas y Adolescentes en Riesgo) para poner límites a esta epidemia social que se cobra muchas lágrimas y destroza demasiadas vidas de nuestros niños, niñas y adolescentes. Ambas fundaciones, que van de la mano en este objetivo desde 2015, han sensibilizado a 80.000 niños de Educación Primaria y ESO a través de las charlas y talleres que imparten las psicólogas de la Fundación ANAR en colegios. Solo el curso pasado se impartieron más de 1.000 charlas y 560 talleres en los que participaron 200 centros escolares y más de 12.000 alumnos.
Graciela Sánchez Ramos, psicóloga y responsable de Educación de la Fundación ANAR desde hace 10 años, atisba algo de luz al final de este duro camino: “Hay mayor sensibilización. Hemos pasado de un ‘es cosa de niños’, ‘ha pasado toda la vida’, ‘no es para tanto’, a darle la importancia que merece. Y aunque no siempre es acoso, a veces son conflictos de convivencia u otras violencias entre iguales, ayudamos a los chicos y chicas a que lo diferencien, a que no sean cómplices y ayuden, a que sepan que un ‘chivato’ es el que acusa para fastidiar a otro, no el que habla para ayudar, porque eso les preocupa mucho a niños/as y adolescentes. Les hacemos reflexionar para que entiendan que cuando piden ayuda a un adulto el beneficio es también para el acosador porque todas las acciones tienen consecuencias, y es una oportunidad de aprendizaje y crecimiento para el que se está equivocando y una tabla salvavidas para la víctima. Y cuando lo entienden, les resulta mucho más fácil pedir ayuda”.
Las charlas, los talleres para los niños, las iniciativas de concienciación en redes sociales, la implicación de celebrities denunciando el bullying y reconociendo en muchos casos haberlo sufrido, los manuales para profesores y familias, la implicación de la sociedad, el boca a boca… todo influye para que el teléfono de ANAR eche humo las 24 horas del día: “Las peticiones por parte de los centros escolares van en aumento, incluso muchos centros piden repetir para trabajar con nuevos alumnos, pero solo podemos atender a 200 centros al año y si hay alguna emergencia, algún colegio que se vea desbordado por algún asunto grave, lo priorizamos desde nuestro Departamento de Educación. Pero lo que sí que funciona sin pausa es nuestro Teléfono de ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo 900 20 20 10, o el Teléfono de las Familias y los Centros Escolares 600 50 51 52, así como el chat.anar.org, que funciona muy bien también porque muchos niños, familias y profesores se sienten más cómodos escribiendo que hablando”, asegura Graciela.
Nuevas formas de acoso
En los últimos años las principales formas que cobra el acoso escolar son: insultos, motes y burlas, aislamiento, difusión de rumores, golpes, patadas, amenazas, robo, rotura de objetos o hacer fotos/vídeos sin consentimiento. Y las consecuencias para los niños, niñas y adolescentes suelen ser las mismas: “O explotan hacia fuera mostrando rabia, ira, con cambios bruscos en el estado de ánimo, ansiedad; o se rompen por dentro y somatizan en forma de insomnio, dolores de cabeza, estómago, miedo a contar lo que les pasa y que se entere el acosador, evitan ir a clase y salir con los amigos, bajan el rendimiento escolar porque no pueden concentrarse… Y si no están acompañados en ese proceso, pueden llegar a autolesionarse, a tener ideaciones suicidas… Por eso es tan importante que los adultos sepamos interpretar todas las señales y no trivialicemos. Siempre hay algo que escuchar”, apunta Graciela.
Esta realidad indica quizás que se necesita un empujón extra en la formación e implicación familiar: “Efectivamente. La responsabilidad social aún está poco instaurada. Ofrecemos charlas a las familias, pero muchas veces sus jornadas de trabajo no les permiten asistir o vienen los que menos lo necesitan; por eso, cada vez más, estamos yendo a los centros de trabajo, oficinas, bancos, empresas, instituciones y estamos logrando mayor implicación. Hacerles ver que si ellos, como adultos, lo pasarían mal si surgieran problemas en sus trabajos, que se pongan en la piel de los niños y las niñas que tienen menos recursos para afrontarlos. También quiero romper una lanza a favor de los colegios y la sensibilidad del profesorado porque tienen que priorizar la formación académica y bregar al mismo tiempo con casos de violencia de género, acoso, autolesiones, ideaciones suicidas, trastornos alimentarios… Y aunque somos muchas ONG, asociaciones, sociedades, etc. aportando nuestro granito de arena, les siguen faltando herramientas, recursos, tiempo. Vemos que el profesorado está preocupado por el bienestar de sus alumnos/as”.
Los talleres que imparten Graciela y sus compañeras psicólogas son muy proactivos y divertidos: “Trabajamos en el campo de la prevención y la experiencia es siempre muy positiva porque nos ven como una novedad, algo diferente que rompe su rutina. Les mostramos vídeos, juegos, diferentes dinámicas… para que reflexionen sobre el problema del acoso y sus preocupaciones cotidianas de convivencia. Les hacemos ver que actuar en caliente cuando tienen un conflicto con un compañero, sobre todo cuando se trata de ciberacoso, es un error. Pero en la adolescencia se tiende a buscar la inmediatez y a desahogarse a través de las redes sociales -especialmente WhatsApp, Instagram y TikTok-, sin pensar en las consecuencias. Por eso, también les hablamos del peligro de crearse perfiles falsos que la policía puede rastrear y descubrir si la familia lo denuncia, les informamos de que la edad penal son los 14 años y las familias tienen responsabilidad civil ante las actuaciones de los hijos/as menores de esa edad. También les animamos a responder a las agresiones de forma legítima. Que se defiendan si les pegan o acosan, pero no empleando el ojo por ojo, sino hablando, pidiendo ayuda a los profesores, a los amigos, a la familia, poniendo límites, protegiéndose, y sobre todo es el grupo el que tiene que frenar situaciones injustas y ayudar, porque la víctima está en una situación de bloqueo”.
Graciela se siente satisfecha con el trabajo que hacen y es consciente de la cantidad de casos que se han paralizado y resuelto gracias a su intervención: “Desde que la Fundación Mutua se implicó con la Fundación ANAR en este tema tan concreto, hemos avanzado mucho. Nos sentimos muy apoyados. Nos hemos convertido en una pieza del puzle, pero éste es inmenso. Estamos llegando a muchos más menores de edad, les sensibilizamos, recogemos su voz, la volcamos en la sociedad. Les ayudamos a pensar, a reaccionar, les educamos en valores… Todo lo que está en nuestras manos para lograr una sociedad mejor, en la que se hable menos y se escuchen más los dolores de los otros, que no son objetos. En la que ejerzamos la autocrítica y creemos, desde el compromiso, vínculos entre nosotros”.
Graciela sigue pensando que el acoso escolar es un problema social, y que, como tal, la solución tiene que venir de parte de todos, educando en valores. Un problema grave que tiene incluso fecha en el calendario: 2 de mayo, Día Internacional contra el Acoso Escolar y que, tanto ella como cientos de miles más, desearíamos que no existiera. Las cifras siguen siendo preocupantes, las heridas y secuelas que deja pueden ser graves, aunque con la ayuda familiar, escolar y profesional adecuada pueden cicatrizar y superarse. Como psicóloga y como responsable de Educación de ANAR, Graciela Sánchez asegura que saldría ese día a la calle con una pancarta gigante que dijera: EVITEMOS LO EVITABLE, el sufrimiento innecesario.